La memoria es el hilo conductor de estos diecinueve relatos de Oscar Orellana Figueroa. O, mejor y más explícitamente dicho, un ejercicio de memoria gracias al cual emerge todo un conjunto de experiencias con sus correspondientes sentimientos, sucesos, imágenes e ideas. Están situados en distintos momentos y lugares, desde los años sesenta hasta comienzos de este siglo, centrando su atención en el personaje de Eduardo, alter ego del autor, y cuyos recuerdos, en los cuales aparecen entrelazadas experiencia subjetiva y experiencia social, nos pasean por sus tiempos de infancia y adolescencia, por aquellos del compromiso político, de la violencia estatal, la tortura y la ignominia, de la camaradería y la solidaridad, y también del exilio.
Así, este libro ensaya palabras con respecto al oscurantismo y negacionismo de nuestra historia reciente. Muestra que cada uno tiene una historia, y que ella nos invita a reflexionar al contrastarla con la historia oficial; que tantas veces es escrita por tendencias partidistas y que, de tanto repetirla, se establece como única y verdadera. Si se unieran todas las pequeñas historias de cada barrio, de una comuna, obtendríamos una verdad totalmente diferente a la impuesta, que omite y relega al olvido la otra, por interés, indolencia o comodidad. Debemos relatar lo vivido por cada uno para que quede registro, independientemente de creencias, intereses u opciones políticas; con ello contribuimos a hacer de la memoria un instrumento de historia colectiva y preservación de la cultura de todo pueblo. Que no merece ser borrada para que nuestros hijos y sus hijos aprendan; para que nunca más.