Un grupo de amigos lleva a cenar a casa a un inmigrante; terminan comiéndoselo a la parrilla. El campeón mundial de ruleta rusa, pierde. Una compra y venta de cónyuges ofrece esposas a precios asequibles, incluso dos por una. Un vecino intruso es empalado, para que no vuelva a husmear. Un peatón ve a un grupo de indigentes bajo un puente y piensa que es un spa vacacional; decide pasar sus vacaciones con ellos. Un terrorista detona una bomba en el supermercado; los clientes pasan impávidos por sobre los cadáveres mutilados en dirección al jugo de naranja, el helado, y las cajas. 
       Oink es una colección de narraciones marcadas por un fuerte comportamiento antisocial. Por empatía y remordimientos reducidos y un carácter altamente desinhibido. Todo, producto de las vivencias de niñez y juventud de su personaje central. Un hombre escéptico, solitario y que solo ve la luz a través de los ojos de su hija adoptiva. Luego de sumar eventos traumáticos a su vida, nuestro protagonista se reencuentra con el monstruo en que se fue transformando poco a poco, para acabar muriendo bajo sus propias leyes. Oink es una compilación de cuarenta y ocho cuentos separados, sí, pero que tienen la capacidad de formar, en la mente del lector, una novela en la que conoceremos la vida de su personaje principal, a quién a ratos entenderemos, odiaremos, y en otros nos generará lástima. 
       Oink ¿es el reflejo de nuestra sociedad? ¿Una crítica a ella? O solo el desvarío de una escritura polémica centrada en lo visceral, en lo terrorífico y la explotación de imágenes sexualmente sugestivas o de violencia extrema. Tal vez la mejor manera de lidiar con estos hechos es bajar las manos y mirar hacia otro lado, quizás simplemente reírnos de nosotros mismos.